Vamos a tratar de comprender cómo afecta a nuestro cuerpo el estrés y las tensiones y cómo podemos liberarnos y volver a sentir placer. ¿Te apuntas?
La gacela y su manejo del estrés y las tensiones
Si contemplas con detenimiento la persecución de la gacela por el guepardo:
- El momento en que el guepardo da alcance a la gacela, la golpea levemente.
- La gacela se colapsa por completo yaciendo inerte en el suelo congelada en el movimiento, completamente inmóvil.
- La respuesta de congelación imita a la muerte, volviendo loco y confundiendo en algunos casos al guepardo lo suficiente como para abandonar la escena de su “asesinato”.
- Si se “libró de morir”, la gacela se despertará y comenzará a temblar.
- En algunos casos analizado con una película de vídeo a cámara lenta, el temblor imitará el último acto del animal antes de congelarse, es decir, su carrera
- El animal llegado este momento recuperará totalmente la conciencia, incorporándose, con frecuencia tambaleándose, se sacudirá ligeramente y saldrá corriendo, aparentemente sin daño apreciable por su experiencia de amenaza de muerte.
Esta conducta es común en la mayoría de las especies incluidos reptiles, pájaros y mamíferos.
Otro ejemplo: el latigazo cervical
Muchas de las víctimas de accidentes de coche que padecen lo que se conoce como “latigazo cervical” tienen síntomas emocionales:
- Pueden sentirse como separados de la realidad, “en una nube” o con una especie de acorchamiento o embotamiento emocional mientras que experimentan una ansiedad relacionada con el viaje en automóvil.
- Desarrollo de ataques de pánico cuando otros coches se acercan demasiado cerca de ellos o cuando pasan por el lugar donde se produjo el accidente.
- Sufren de flasbacks relacionados con el accidente.
- Reacciones de sobresalto exageradas a ruidos fuertes.
- Fuentes luminosas de gran intensidad pueden volverse intolerables y causan ansiedad y “sobrecarga”
- Pueden despertarse en mitad de la noche con una ansiedad severa a veces acompañada de recuerdos angustiosos y pesadillas
Investigaciones realizadas por Scaer, ponen de manifiesto que el síndrome de latigazo es un modelo de traumatización con cambios neurofisiológicos y neuroquímicos de larga duración y en ocasiones permanentes basado en la experiencia vital realizada y no en la lesión causada.
La premisa básica es que la lesión por latigazo es una experiencia traumática que representa una amenaza para la supervivencia del individuo:
- Para entender y tratar adecuadamente se necesita determinar y darse cuenta de lo que ocurre en el cuerpo congelado por el miedo.
- Luchar contra y/o esconderse de sensaciones dolorosas y displacenteras hará que las cosas se pongan aun peor.
- Cuanto más sentimientos necesitan ser evitados tanta más energía se consume en mantenerlos a raya, una energía que debería haber sido usada para sentirse uno vivo y abierto a nuevas experiencias.
- El tratamiento debe tender a poner estas sensaciones desconectadas juntas, de nuevo en conexión.
- Y poder comenzar a sentir y tolerar las sensaciones que en un momento nos superaron.
El temblor que nos cura
Temblores de excitación antes de una entrevista de trabajo, miedo escénico, excitación sexual, la angustia de la montaña rusa… todas estas experiencias reflejan sensaciones físicas asociadas con la excitación ante la amenaza.
David Berceli cuenta en su libro “Liberación del trauma: perdón y temblor es el camino”. la siguiente anécdota:
..viví en un pueblo de África ubicado en medio de una zona de combate…Cuando los aviones se aproximaban, era tarea de los adultos juntar a todos los niños posibles y correr con ellos hacia los refugios….Una vez en ellos, la experiencia era terrorífica. En un momento me percaté de que los niños en mi falda (de aproximadamente dos años) temblaban.
A partir de esa experiencia investigó sobre por qué temblamos de miedo. Y llegó a la conclusión que:
Los temblores permiten al organismo disolver un estado de hiperexcitación. Son la manera que tiene el cuerpo para liberarse del trauma. Funcionan aquietando el eje adreno-pituitario-hipotalámico en los humanos, tal como ocurre con otros mamíferos. El cuerpo evoca los temblores para completar la descarga de la respuesta de luchar, huir o paralizarse
Mira en este vídeo (dura 1,36 minutos) cómo trabaja Berceli:
Trabajó en guerras, con los afectados del huracán Katrina, con bomberos, policías…Es decir, con personas que vivieron fuertes traumas, y a través de una serie de seis ejercicios que él diseñó y tituló “proceso de liberación del trauma” logró que estas personas se incorporaran de nuevo a vivir con alegría. (Si os interesa, éso os lo puedo contar en otra entrada del blog)
La clave de su serie de ejercicios: evocar el temblor a partir del centro de gravedad del cuerpo (la pelvis). Para que luego reverbere a lo largo del resto del cuerpo, buscando cualquier tensión crónica que estuviere naturalmente en su camino, descargando esa tensión y relajando los músculos.
¿Qué aprendemos de la gacela y su manejo del estres y tensiones?
En la consulta es muy frecuente para mi observar este temblor en el cuerpo de mis clientes. Al principio siempre se asustan, o se enfadan, o lloran…es decir, cada uno revive (sin recuerdos, sino corporalmente) en lo que se quedó “congelado”. Después es una excitación y un bienestar tan placentero que desean y buscan ese temblor.
Temblar no es malo. Es beneficioso para la salud. Lo llevamos inscrito en nuestro código genético.
Cuanto menos tiemblas, más energía consumes en mantener a raya tu miedo, tu dolor, tu enfado…, una energía que debería haber sido usada para sentirte vivo y abierto a nuevas experiencias.
¿Qué te ofrezco?
- Aprender a conectar con tu cerebro primitivo, y temblar si lo necesitas,
- Aprender a sentir y expresar lo que sientes,
- Aprender a regular la intensidad de lo que sientes para no desbordarte,
- Aprender a no evitar tus sentimientos, sino a afrontarlos con naturalidad, sin dramatizar,
- Aprender a manejar el estrés y las tensiones, y no, que ellos te manejen a ti,
- Aprender a vivir con alegría, para vivir más y mejor.
¿Te apuntas? Contacta conmigo por teléfono 954 58 44 33, o email elena.psique@gmail.com. O comparte la entrada entre tu familia, y amigos a los que creas que puede interesarles. ¡Gracias!
¿Recuerdas haber temblado de miedo alguna vez? ¿Cuando eras pequeño tal vez? ¿Cómo ha sido tu experiencia?