Cómo almacena información nuestro cerebro.
Esta lectura, sin querer ser académica, sí pretende dar alguna información relevante de cómo el cuerpo humano almacena patrones, guiones o programas que gobiernan de forma inconsciente:
nuestras reacciones,
emociones,
conductas,
e incluso, nuestras enfermedades.
No es fácil aceptar, para nuestro “todopoderoso” cerebro humano, que casi el 98% de lo que nos ocurre sea de forma automática; en realidad, no tenemos un verdadero control sobre nada.
Todo está dirigido química y eléctricamente por “rápidos programas” instalados en nuestro cuerpo por nosotros mismos en aquellos increíbles primeros 2-3 años, en los que parecía que no nos enterábamos de nada. Luego, con la maduración sexual adolescente hay otra gran oportunidad para la “rápida reprogramación”.
Memoria implícita o preverbal
Los acontecimientos que nos ocurren en la vida, en los 2-3 primeros años, y de manera intensa en los primeros meses, se graban en un tipo de memoria muy especial que tiene el cerebro humano que se llama “memoria implícita o preverbal”.
¡No hay tiempo, hay tanto que aprender!: conocer el propio cuerpo, el del otro, obtener lo que necesito, hablar, desplazarme, entender el mundo.
Todo es muy rápido y las cosas las grabamos como fotografías cargadas de detalles de imágenes, sonidos, olores, sensaciones, emociones, etc… No hay todavía grandes razonamientos, ni palabras..
Por ejemplo, desde los primeros vertebrados ya se da el fenómeno de la “impronta”: un período crítico de la cría que ”nace”, por el que se apega a su figura maternal y crea de forma inmediata un vínculo, que son circuitos neuronales muy fuertes y para toda la vida.
Y esto se “graba” en la memoria preverbal. El cuerpo entero recuerda siempre lo que allí hay grabado, a veces por un olor, un sonido o ruido, un contacto, por la visión de algo… viene a nosotros, ahora en el presente, lo que entonces se “guardó”.
Ésto nos afecta siempre y explica muchas de nuestras reacciones y vivencias presentes.
Los tres cerebros
El cerebro humano, en realidad tres cerebros, con una compleja red de cables repartidos por todo el cuerpo. Hasta unos niveles increíbles y una inmensa cantidad de receptores especializados “de lo que pasa”, tanto fuera del cuerpo, como dentro de él, se encarga del funcionamiento general inconsciente o automático.
Es prodigioso.
Las células que componen todo esto son las neuronas y tejidos muy complejos y maravillosos.
La información circula a velocidad de vértigo y solo una pequeña parte de ella es realmente asequible a la conciencia. Necesitamos de forma urgente automatizar las conductas, tanto corporales, físicas y motoras, como sensoriales y emocionales.
Es tanto lo que pasa por delante de nuestros sentidos al cabo del día, que no podríamos funcionar si fuera de otra manera.
Rutinas mal aprendidas
Pero, claro, podemos imaginar que NO todas esas “rutinas” son buenas o han sido bien construidas.
Las que no fueron bien construidas son las que nos dan problemas y son el objeto de la terapia, y de forma especial de la psicoterapia corporal (análisis bioenergético):
Si Los factores ambientales y las personas que han intervenido, cuando se formaban estas rutina:
- no han sido adecuados,
- no han sido cuidadosos,
- no han sido claros,
- no han sido incondicionales,
- no han sido afectivos,
- no han sido seguros,
- no han sido reforzantes y un largo etcétera…,
- No han sido perfectos, pero hicieron cuanto supieron y pudieron.
El bebé percibe la realidad y, sobre todo, busca aprender. Esto es biológico y así se “construye”:
- Hasta los dos primeros meses, se organiza la ENERGÍA, se funda la base del ser (tejido conjuntivo);
- Hasta los 6 meses el TONO MUSCULAR, con el que pedir y conocer;
- Hasta los 15 meses, construye lo EMOCIONAL
- Y de 15 meses en adelante, la construcción del pensamiento y la comprensión.
Hasta los 15 meses todo es muy sensorial, corporal, y así se memoriza. Mas que empatía (que incluye comprensión y pensamiento) el bebé lo que necesita es el cuerpo de la madre con “sintonía física” e, insistimos, este concepto es fundamentalmente corporal.
Cómo nos afecta todo lo emocional
Las experiencias emocionales modifican las células del hipocampo y mejoran la eficacia de las sinapsis (conexiones) entre neuronas, fundamentales para aprender nuevas cosas.
Por otra parte, las vivencias de apego modifican los circuitos límbicos-frontales, implicados en la construcción de la sensibilidad y aparecen nuevos comportamientos.
Basta que un lactante maltratado perciba a su agresor para que su hemisferio derecho se ponga en alerta. Si la situación se repite, se graba en su memoria implícita, modela un estilo emocional, una forma de vincularse al otro ser humano, que ya es para siempre y secretará hormonas de stress. A largo plazo, esto reduce su hipocampo, su circuito límbico se apaga y afecta gravemente a los circuitos de memoria y a la adquisición de las habilidades emocionales. El origen es un cuidado parental no empático y sin sintonía tanto cuando atiende y cuida al bebé, como cuando no lo hace.
Las emociones son reguladas en distintas partes del cerebro, aunque al inicio de la vida son predominantes las áreas cerebrales del sistema límbico (amígdala) en relación al miedo y la corteza orbitofrontal en emociones como los celos, la culpa, el orgullo, el amor o la vergüenza.
Está claro que las emociones, lejos de dominarnos, se pueden autorregular, ésto depende de la maduración de la corteza prefrontal, una región del cerebro que evoluciona más tarde en la vida y que puede inhibir y regular la actividad de la amígdala.
Hablamos del cerebro humano como tres cerebros :
- Uno muy primitivo, que se llama tronco cerebral, muy poderoso por las repercusiones en nuestra conducta a todos los niveles y de forma inexplicable durante toda la vida. Como se ha referido, se conoce lo que allí pasa y es donde se alojan esas memorias básicas con todas las situaciones traumatizantes pequeñitas y casi insignificantes (es la suma de ellas la que nos da problemas) y también los traumatismos mayores que cada uno ha podido vivir.
- Encima de este cerebro y recubriéndolo, está otro también muy poderoso, con mucha influencia en nuestros comportamientos emocionales, que se llama sistema límbico (diencéfalo: tálamo, hipotálamo, subtálamo, epitálamo, amígdala,..), que tiene una gran influencia porque regula la química cerebral de nuestras emociones (la alegría, la pena, la ira, el miedo, el placer).
- Y por fin, la maravillosa corteza cerebral, el sitio de la conciencia, del pensamiento, de la razón, del sentido común, de la voluntad, del aprendizaje voluntario, en fin, éste es el más conocido, pero el que menos influencia tiene en nuestras enfermedades “mentales” que no son mentales, sino emocionales, sensoriales y conductuales.
Cómo afecta a la terapia el cómo almacena información nuestro cerebro
Muchas terapias operan prácticamente desde este último cerebro, el más evolucionado y desarrollado de toda la vida animal.
Las pruebas que desde las ciencias neurológicas tenemos, son que cuanto más afectado sensorial, emocional y cognitivamente se vea impactado nuestro cuerpo y, por tanto, nuestro triple cerebro, más cambios se producen en la “mecánica neuronal” que lleva a nuevos aprendizajes en lo social, laboral, familiar, de pareja, e individual.
Esto ¿qué nos dice?
Los pacientes, de manera única, necesitamos la sintonía corporal por parte del terapeuta, pues el daño principal lo tenemos hecho en aquellas zonas del cerebro no verbales.
Por eso, todas las personas a las que faltó la sintonía, viven mal el estar con un terapeuta empático racional, porque no es lo que esperan. Sin ninguna duda, las terapias psicocorporales son las más potentes en estos casos y las que después mantienen mejor los aprendizajes a lo largo del tiempo en la vida del ser humano.
Juan González Cuellar