Todo lo escrito a continuación procede de mi imaginación, con el único objetivo de intentar explicar de forma cercana cómo trabaja una psicoterapeuta desde la primera entrevista a la última.
Mi orientación es humanista, con un trabajo cognitivo y relacional
Mi inspiración estuvo en este artículo de El País donde Aleix Martínez, coautor del estudio y científico cognitivo de los departamentos de Ingeniería de Computación y Ciencias del Cerebro de la Universidad Estatal de Ohio en Columbus, afirma que:
La Mona Lisa está expresando una emoción feliz en la zona de la boca, pero no con los ojos; una sonrisa naturalista —o una sonrisa de Duchenne, como la llaman los científicos cognitivos en referencia al estudioso del siglo XIX— implica la contracción de un grupo de músculos que arruga la comisura de los ojos, como al entrecerrarlos; también hay que decir que la expresión de la Mona Lisa es muy asimétrica. La mitad derecha de la imagen (la mitad izquierda de ella) está claramente feliz, no así la mitad izquierda (la derecha de ella).
Primera entrevista con la psicoterapeuta
(Mona Lisa acude a mi consulta recomendada por una amiga, que ya ha trabajado conmigo hace un tiempo.)
Elena: Hola Mona Lisa, ¿es la primera vez que acudes a terapia?
Mona Lisa: Sí
Elena: Bien, pues entonces mi recomendación es que no intentes ordenar lo que vayas a decir, sino que dejes que bulla como salga. Los sentimientos son difíciles de explicar, así que deja que salgan sin más… y después, juntas, ya los iremos ordenando, ¿vale?
Mona Lisa: Lloro todos los días ¿Qué me pasa que me siento sola? Nadie me comprende, nadie me ve. Todos quieren estar conmigo, me admiran, pero yo siento que nadie me entiende, ni ven lo que siento. A veces, no lo sé ni yo misma.
Llevo años fingiendo un papel que ya ni yo misma me creo. Siempre he sido fuerte, ahora no me siento así.
Elena: Representar un papel es agotador. Y parece que te quedaste ya sin energía para seguir viviendo, ¿no?
Pero, ¿sabes?, una de mis herramientas más poderosas para intentar comprenderte, verte y ayudarte, es que me dejo «resonar». ¿Qué es eso? Pues que dejo que mis neuronas espejo puedan conectar contigo.
De forma que lo que te escucho, lo dejo archivado en una «memoria flotante», pero en lo que realmente me fijo es en cómo me afecta tu postura corporal, tu tono de voz, tu presencia. Porque este tipo de aspectos no son controlados por nuestra parte consciente, sino que dejan entrever nuestro «inconsciente».
Y me resulta curioso cómo has entrado sonriendo, como contenta, como si «vinieras a tomar café conmigo». Y fíjate que me cuentas que «lloras todos los días».
Mona Lisa: Mucha gente me dice que nunca saben qué estoy sintiendo
Este primer diálogo continuó durante unos 30 minutos más. Juntas, intentamos comprender qué parte consciente la traía a terapia (los síntomas: lloro todos los días) y qué parte más inconsciente también la empujaba a venir (el «drama» que se le repite en su vida: no muestra lo que siente, por tanto, nadie la «ve», la «comprende», por lo que se siente sola).
Y los últimos 15 minutos los dedicamos a concretar el día y la hora que nos veríamos semanalmente, le entregué mi encuadre terapéutico y un cuestionario para conocer datos de su biografía que me ayuden a su diagnóstico y tratamiento.
Desarrollo del trabajo clínico
Los pasos que seguimos durante el proceso terapéutico podemos esquematizarlos en cuatro momentos.
Pero fueron idas y venidas, porque los «humanos» somos así, damos dos pasos para delante y otro para atrás, porque necesitamos sentirnos seguros. Y eso es lo más importante para el trabajo de una psicoterapeuta: que su cliente se sienta segura.
Momento 1: ¿quién es el responsable?
A través del diálogo y también de técnicas cognitivas y relacionales, Mona Lisa fue tomando consciencia de que la responsabilidad de lo que le ocurre en la vida (está sola) es de ella.
No de su ex-marido, ni de sus hijos, ni de sus amigas, ni de sus padres o hermanos.
Hay cosas que ella hace de forma inconsciente que son las «responsables» de su drama vital.
Momento 2: Confrontación con su forma habitual de comportarse
Consiste en responder a la pregunta de «¿Qué se me escapa de lo que hago que «provoca» la «respuesta no deseada» en los demás?»
Y ¿cómo respondimos a esa pregunta?
Pues me situé, como psicoterapeuta, como un «diapasón» disponible para «afinar» la respuesta emocional de la Mona Lisa.
Con técnicas de expresión o de relación , de modificación de conductas… que estimulaban la apertura emocional…
Provocando situaciones en las que Mona Lisa por ejemplo, sonreía cuando lo que sentía era pena. O en otros momentos, en vez de enfadarse y expresar su enfado, respondía de forma «mecánica».
Esas actitudes de Mona Lisa hacían que yo sintiera desconcierto, o desconfianza, o admiración, o rechazo… Y poco a poco, con mucha delicadeza, se lo iba contando, devolviéndole la imagen que reflejaba en los demás.
Y Mona Lisa comprendía su responsabilidad en su malestar, no sólo a nivel racional, cognitivo, sino a un nivel profundo, corporal, sensitivo.
Momento 3: Momento de «la verdad»
Durante todo este proceso, se fue forjando entre la Mona Lisa y yo, una relación cercana, donde ambas sentíamos y percibíamos que para la otra » yo soy importante».
Y este momento se puede parecer a la relación que hay entre una mamá y su bebé.
Mona Lisa comprueba «cuerpo a cuerpo», «persona a persona», que es posible para ella ser espontánea, mostrar lo que siente, expresar y comunicar lo que quiere, desea o necesita. Y que va a haber una «persona incondicional» para ella.
En estos momentos se restauran conexiones neuronales en el sistema límbico, de forma que queda «grabado» en su «disco duro» para siempre.
Y así, dispondrá de nuevos recursos personales «automatizados» que le permiten salir de su «mueca de mona Lisa» y convertirse en una mujer alegre y que puede disfrutar de su vida.
Finalización de la terapia
Como ocurre en la relación mamá-bebé llega un momento en que la hija deja de necesitar a su madre. Y ya sólo permanece un tiempo más a su lado por placer.
La «madre» ya no tiene mucho más que ofrecerle, aunque siga intentándolo. Y la «hija» siente el agradecimiento profundo y a la vez, se enfada «porque su mamá ya no puede darle más».
Y todo ese mar de emociones se puede expresar… no hay que «contenerlo» más.
Hasta que al final pueden terminar el diálogo de este modo:
Elena: «¡SAWABONA!» (que es un saludo usado en África del Sur que significa «yo te respeto, yo te valoro, eres importante para mí»)
Mona Lisa: «¡SHIKOBA!» (que quiere decir «entonces yo existo para ti»).
Y Mona Lisa, no solo habrá resuelto los síntomas que la trajeron a la terapia, sino que se llevará un aprendizaje de cómo vivir con alegría, con espontaneidad, con emoción.
Si quieres vivir una experiencia como Mona Lisa, si ya has probado antes y no has obtenido resultados, entonces puedes llamarme al 644 85 58 33. Mi consulta está en la c/ Luis Montoto, 98, de Sevilla.
Y si crees que puede serle de utilidad a alguien que conoces, no dudes en compartirlo.
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